16 octubre 2009

¿Cuánto valen nuestras ideas?

Venía ahora mismo en el coche escuchando la radio, iba escuchando la Cadena Ser, y como no podría ser de otra forma a estas horas, “Hablar por hablar”.
Trataban el tema de una maestra de escuela que se sentía frustrada el impotente al verse “condenada” por la ley a no poder educar a uno de los niños de 6 años a los que da clase. Este niño contaba la mujer que diferentes formas pone en peligro su vida y la de sus compañeros.
Ante la pregunta de la locutora de si se lo había notificado a sus padres la maestra dice que si, pero que solo había tenido como respuesta la indignación de su madre por el seguramente trato diferencial (y negativo) que estaría recibiendo su hijo.
Ahora yo reflexiono, quizás (seguramente) desde la inmadurez (propia de mi edad y del pequeño detalle de que no tengo hijos), pero hasta cuanto estamos dispuestos a defender a nuestros hijos o la educación que les damos, a pesar de que se pueda demostrar que estamos equivocados. Muchas veces abusamos de egoísmo, de prepotencia, de prejuicios y desconfianza ante la opinión de otras perdonas, unicamente por sentirnos ofendidos por las opiniones de los demás, y así, en vez de aprender de nuestros errores, nos cerramos en una habitación donde sólo exista una verdad: la nuestra.

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